HUMOR

Vuelta a la rutina

Apreciados maifrens,

Admiro esas madres que cuelgan en sus redes sociales una foto nostálgica de las vacaciones posando con sus hijos cual portada el HOLA, con una descripción inferior que dice algo del estilo “Echaremos de menos el verano”, acompañado de una sonrisa profident con epidermis sin un brillo de cansancio y reluciente por llevar factor solar 50.

Family

De verdad que lo admiro, porque mi librería del iPhone refleja fotos familiares en la playa con un bebé que con una mano se mete en la boca palazos de arena, con dos mocos colganderos rebozados a lo croqueta y con la otra se saca el sombrero que le pones como si se tratara de una tortura China y llevara incrustados piojos (cosa que, bytheway, a estas alturas epidémicas del partido tampoco me sorprendería) y la de Murcia, que aunque no le gusta entrar en el mar porque dice que está muy frío sí le gusta rebozarse en la orilla cual sirenita, llenándose todos los orificios de algas, arena y objetos flotantes no identificados y corriendo como buena hija hiperactiva de un lado a otro de la playa, sin criterio alguno, mientras el dulce de leche hace un iroman forzado detrás de ella para intentar que sobreviva y empiece P4. Y yo, al mismo tiempo, intento fotografiarlos con zoom desde lejos, quemándome las retinas y con el objetivo borroso por ponerles compulsivamente crema con factor cemento armado mientras les hago peelings epidérmicos con la arena, los mocos, los piojos y otras bacterias indeterminadas, que ahí queda una pasta que no lo sacas ni con un baño de lejía, y olvidándome que también soy un ser humano y tengo piel, acabo por la tarde quemada a lo guiri al mediodía cociéndose en la Sagrada Familia.

Broncearse

También veo fotos en la piscina de niños felices y sonrientes nadando a lo Nemo sin aparatos de snorkel porque les han salido branquias, y me extraño. Porque cuando yo voy a la pisci queriendo tener la misma estampa fotográfica, la mía no quiere ni poner los pies porque le da miedo ahogarse aunque lleve manguitos y sus padres vengan con lorzas de serie que flotan a lo salvavidas incorporado. Eso sí, correr en el borde sin manguitos con el suelo mojado eso no le produce pavor, que lo de morir desnucado no sale en ninguna peli de Disney.  Así que nos quedamos toda la familia en la pisci de los bebés, remojándonos los juanetes, con sujeto 2 bebiendo un combinado de cantidades industriales de hachedosó y orín, y sujeto 1 persiguiendo bebés ajenos para sacarle los juguetes diciéndole a los padres “ que se tiene que compartir” mientras el jasban intenta hacerle entrar en razón sin padecer una rabieta, con chantaje de helado en la recámara por si las palabras no son suficientes.

helado

Y no sólo me pasa con la playa y la piscina. También con las fotos en el parque de niños felices meciéndose en los columpios, tirándose por el tobogán y haciendo castillos de arena. Todo muy cuqui y limpio y las mismas sonrisas de siempre. No os engañaré, yo odio el parque nivel pelos posparto. El parque y yo somos antagonistas, sí, pero a primera hora de verano, sola ante el peligro con mis terroristas porque la conciliación familiar nos ha hecho al jasban y a mí cogernos vacaciones por separado y sólo coincidir diez días, mientras observo ya por la mañana que las niñas están destrozando los cimientos y las paredes maestras del domicilio, pongo en una balanza mi odio visceral y su quema de energía y las llevo convenciéndome que seguro que soy la única que sale a esas horas de casa en leggins de pelotillas, el pelo enredado en una goma que tendré que sacarme con una maquina de afeitar y las niñas con el azúcar de las galletas brillándoles en las retinas. Y lejos de estar solas eso parece el metro en hora punta con zombies con cachorros hiperactivos subiendo, bajando y jugando a la  ruleta rusa de la supervivencia infantil.

zombies

Como yo voy sola con dos terroristas, le pido a la chiíta que se porte bien porfavortepido y no pida juguetes de otros niños que yo estaré columpiando a la del isis hasta que del mareo saque los zapatos de la Barbie que se ha zampado. Y ella asiente y se busca amigos y juega un rato con ellos dándome unos minutos de paz mental. Poco rato que en seguida pasan cosas raras, cómo la última vez que estaba jugando con una niña que parecía que fuera al parque a hacer la comunión en los columpios y con el agua bendita de la fuente, con su vestido blanco, su lazo de seda en el pelo y unos zapatitos de charol que al lado de el outfit de la primogénita, la mía parecía que acabara de sobrevivir a un apocalipsis, y mientras yo estaba meciendo a la sujeto 2, vi que la niña influencer y el abuelo que la acompañaban miraban a la de Murcia con expresión rigor mortis. Y al acercarme presagiando que algo raro estaba pasando, empezó a señalar mis partes nobles acompañado de un: “mama, a que loz niños zalen de la vulva?” que se ve que con sus primos mayores habían estado hablando del tema provocando un trauma ipsofacto a la niña del lazo de seda y al abuelo, que ahora le tocaba hablar de anatomía reproductora de vuelta a casa y con la consonante gracia de la de Albacete que iba diciendo «vulva, vulva» cada vez que la de Murcia volvía a repetirme que los niños salían de allí como si no tuviera cicatrices y un suelo pélvico fofisano para recordarlo. Y tuve que coger los bártulos y volver a casa, con dos niñas que estaban muy en desacuerdo de mi decisión y me lo demostraban con violencia extrema, para evitar que hablara de las vulvas con todos los niños del parque.

Lucha

Así que maifrens, lo mío no son vacaciones, es un crossfit mental y físico diario tratando de no perder la cordura, la paciencia y las pocas neuronas que sobrevivieron a los partos. Que como dijo una madre del cole que tuvo una maternidad con su primera hija a lo Dalai Lama, ella pensaba que las madres que-no-nos-daba-la-vida éramos unas exageradas hasta que tuvo un segundo hijo hiperactivo, y que ahora que la primera está en la adolescencia sueña con internarse en la UCI para tener comida, cama y tranquilidad hasta que empiece la universidad. Que eso sí que son vacaciones de verdad.

Será que la sangre rioplatense y la mía genera adn redbull, ju nous, pero una cosa sus voy a decir…. ¡BENDITA RUTINA! ¡te echaba taaaanto de menos!

 

 

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4 comentarios en “Vuelta a la rutina”

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