Apreciados maifrens,
Lo que tiene apuntar a las niñas a extraescolares es que hay un día al año que hacen jornadas de puertas abiertas y te obligan a ir a verlas con un chantaje emocional del estilo “a los padres que no pueden ir tranquilos que llorarán encima de un monitor que ya está preparado con varios paquetes de kleenex”. Así que ese día tienes que irte con el corazón en la boca del trabajo, corriendo para ser de los primeros y que tu hija no se sienta abandonada, para ver en qué se invierte la fortuna que pagas cada mes para distraer a tu descendencia hasta que la conciliación laboral os permita volver a reuniros como una familia.
Que una cosa te digo, esto, como en el libro es mejor que la película, prefiero leer el programa del anuncio que ver en directo como los niños prefieren comerse mocos y olerse los calcetines a cantar la canción de jelou-jelou que una profe de inglés llamada Lucy, con los ojos incrustados en la nuca de la desesperación, intenta que aprendan en modo loop.
Totallity, que esta semana al jasban y a una servidora nos tocaba ir a visitar la extraescolar de piscina para ver como el cuerpo palillero de la de Murcia con barriguita cervecera nivel me bebo tres lingotazos al día, flotaba en un mar de cloro y orín.
Entramos apelotonados varios padres, madres y algunos abuelos a pie de pista, con una temperatura nivel Caribe a las tres del mediodía en plena ola de calor, una humedad que te dejaba el pelo a lo afro y el bigotillo chorreando, mientras los niños iban saliendo y asegurándose que no eran huérfanos de exatrescolares, con lo triste que es eso.
Se nos presentó un chico de unos veintipocos que igual podría ser monitor de la piscina que participar en hombres mujeres y viceversa, y nos explicó que la clase estaba dividida en tres niveles: la de los pros que ya estaban al nivel Mitch Bucana sin beber gintonics, el nivel medio que nadaban nivel Mitch Bucana después de un carajillo y los del tercer grupo que ya era el baywatch jubilado rozando el coma etílico, y que llevaban un delfín amarillo para que se vieran fácil si empezaban a hundirse en el hachedoso. Nuestro pequeño alfajor iba en el último grupo, orgullosa señalando lo bien que combinaba el amarillo con el bañador rosa chicle.
Que si una cosa no tiene nuestra hija es vergüenza, se ofreció para ser la primera en tirarse, que la pobre teniendo competencia genética diaria necesita tener la atención de sus padres con carácter urgente. El monitor, enseñando unas abdominales en las que podías rayar un queso gruyer de un kilo, le hizo la señal para que se tirara y la de Murcia, con un churrito rosa porque no hay que perder nunca el glamour, se tiro con un estilo que no se podía distinguir muy bien si era por voluntad propia o estaba padeciendo un infarto.
Salió rápidamente del agua con los ojos cerrados y un gesto entre la sonrisa y la apoplejía, y nos saludó desde allí, subiendo el dedo gordo de la mano orgullosa por no haber muerto ahogada.
El jasban, que al ver su caída estilo anciana sufriendo un ictus estaba a punto de tirarse en la piscina para rescatar a la cachorra, viendo que volvía a flotar con la boca abierta ingiriendo litros de orín y cloro, volvió a respirar y a proseguir con el reportaje fotográfico.
Nuestra pequeña superviviente se fue hasta el monitor, moviéndose en el agua como una sirena con ataque epiléptico y se le agarró de los pies y las manos dejándolo sin riego sanguíneo, en plan “hasta aquí hemos llegao”. El adonis hizo media piscina con las uñas de sujeto 1 clavadas en sus músculos de hierro y la dejó de nuevo sentada al borde de la piscina para que la pobre recuperarse constantes vitales, chocándole antes de irse la mano para felicitarla por su hazaña. El público femenino, masculino y hasta algún abuelo susurramos un “Ohhhhh” después de ver semejante derroche de ternura en un cuerpo atlético, que si lo tienes fofisano no despiertas la misma empatía, mientras el dulce de leche se giraba disimuladamente hacia mí y derramando una lagrimilla y me susurraba “qué bien lo hace, ¿eh?”.
Debo confesar que desde ese día dejo de respirar cuando a la niña le toca piscina y no vuelvo a inhalar oxigeno con normalidad hasta que la veo saliendo del recinto sana y salva.
#PRAYFORLADEMURCIA