HUMOR

La pre-Navidad surviver

Apreciados maifrens, sólo queda un día de colegio y ya me tiemblan las piernas.

Si la navidad con hijos ya es estresante de por sí, una navidad de restricciones de covid19 con hijos suena a película de sobremesa de Antena 3 de esas que acaban con tiroteos, manchas rojas a lo Ketchup en las ventanas y niñas secuestrando a los reyes magos para que recojan su carta.

Que, además, hoy a Sujeto 1 también le toca llevarse la mascota de la clase a casa, un peluche en forma de águila que se llama “Fineta”, con el que tendré que convivir tres semanas. T-R-E-S S-E-M-A-N-A-S y con la que ya ha habido altercados inda fucking morning, cuando aún no nos la han ni entregado, porque sujeto 2 se ha pedido “primens” amputarle las piernas.

A todo esto, súmale que el jasban está fuera de viaje, que yo en otra vida fui millonaria nivel Kardashian y ahora lo estoy pagando, viviendo la vida padre del trabajo presencial, mientras yo malvivo de arriba a abajo con cochecito, mochilas, meriendas y teletrabajando en una pocilga también llamada hogar, fisurándome los metacarpianos de los pies con piezas random de pinipones, legos o playmobil.

Y llueve. Que mis desgracias no vienen solas, vienen con complementos.

Tranquilos, que la cosa sigue.

Porque se ve que este año ya no hay que hacer el álbum cuqui de fotos del fin de semana con la mascota en casa, que con el Photoshop para dummies yo esto lo arreglo rápido, si no que tienes que hacer un trabajo y exponerlo en público, mi hija que tarda diecinueve-días-y-quinientas-noches en escribir la palabra PELUCHE. Letra por letra “mama ara va la p? o la b? o la s?”. Pues nada, que a ella le ha tocado hablar sobre las plazas de Gracia, nuestro barrio, que hay mil quinientas.

 Así que pinta que vamos a tener que hacerlo nosotros mientras teletrabajamos con dos terroristas, hacemos lavadoras, los menús, calculamos grupos burbujas para cuadrar comidas navideñas, preparamos cartas, compramos en las tiendas de barrio, mantenemos distancia social e intentamos tener una convivencia sin altercados.

Por suerte lo de hablar en público mi hija lo lleva estupendamente, sobretodo en el rellano con gente que no conoce y tiene cara de psicokiller, que mientras yo estaba embutiendo a sujeto 2 en el cochecito a lo Hannibal Lecter para poder llegar a una hora mínimamente decente al colegio, ella le explicaba a un mensajero que preguntaba por el vecino, que estaba muy contenta porque hoy le tocaba llevarse a la mascota de clase a casa y que su hermana quería amputarle las piernas, pero eso no se hace porque si no, no puede caminar. Con lo que el señor, que no era muy de niños, le ha preguntado si conocía a un tal Mariano y ella me ha preguntado chillando a grito pelado:

“Mama, ¿Es el “caldo” que vive aquí?”

Señalando por si lo de «calvo» no diera ya pistas de por sí.

Que le doy gracias a la vida que aún no vocalice bien, que así he podido disimular diciendo “Es que huele mucho a sopa siempre que subimos y le llamamos el señor del caldo” porque justo salía el vecino, con la calva resplandeciente o eso me ha parecido a mí con el nivel de estrés que llevaba, y el mensajero ha ido para allí riéndose por debajo de la mascarilla.

Y ya, cuando llegábamos derrapando al colegio y se ponía en la cola para entrar, una madre me ha recordado que ayer mandaron un whatsapp a los padres para que hoy lleváramos una bolsa de tela en la que poner los álbumes del trimestre. Cosa que cuadraba a la perfección porque todos los niños iban con bolsas cuquis además de las mochilas, menos la mía. Suerte que soy madre surviver y cuando la he visto fruncir el ceño en modo puchero, he vaciado las cuatro mierdas que llevo en la bolsa de Sujeto 2 y, ante su cómplice sonrisa, se la he entregado para que me ponga toneladas de bullshit trimestral que no sé ni donde guardaré.

A la de Albacete no le ha gustado ni un pelo mi hazaña, que alguna vez que otra me he dejado su bolsa en casa y te dan sus enseres en una bolsa de basura. Y ella, que es muy fina y un pelín maniática, me dice rozándola con cara de grima, que la bolsa «ez un azco”.

Pero la vida me ha enseñado a priorizar, y yo he leído que  la edad promedia de formar recuerdos es a los 3 años y medio, así que todo apunta que no va a recordar que en las primeras navidades pandémicas salió de la guardería con una bolsa de basura en lugar de mochila. SUJETO 1 WINS.

Y nada, que así es mi nivel de vida y aún no estamos ni en nochebuena.

PRAY FOR ME

P.D. Eh, pero compensa.

6 comentarios en “La pre-Navidad surviver”

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