El disfraz de carnaval

Apreciado diario,

El calendario corre que se las pela, sobretodo el escolar que está lleno de gratas sorpresas para los padres como los días de libre elección, que son días que sólo los profesores tienen fiesta y que te enterarás el día antes gracias a otro padre despistado que pregunta de repente “¿El lunes no hay clase?” en el grupo de whatsapp con emoticonos donde se puede entrever el nerviosismo y la ansiedad.

Y ahí te enteras que no, que han elegido ese día que es LABORAL y tienes que pedir fiesta y gastar un día de vacaciones para pasarlo en un parque infestado de niños con libre disposición o salir antes del trabajo para participar en fiestas señaladas como las navidades, la castañera o la semana del carnaval, donde juntan a muchos niños y muchos padres, como si fueran los juegos del hambre, y los putean por fascículos.

Pues en esas me encontraba yo el día de los autos, que era viernes y mi hija salía con un papel de instrucciones para la semana de carnaval, medio roto, dónde se podía leer que cada día tenía una instrucción diferente del rey carnastoltes, con palabras cuquis, un marqueting de expertos para que todo sea muy lofli y no te des cuenta que te están devolviendo doblado todos los días que no has traído lo que te pedían en clase o no has ido a la reuniones del AMPA.

Totally que el último día de la semana los niños tienen que ir con disfraz de casa, y esta vez el tema era relacionado con el agua. De vez en cuando me vengo arriba y pensé, erróneamente, que podía estar bien pasar un tiempo juntas y hacer el disfraz por las tardes, así que le pregunté a la de Murcia de qué quería ir disfrazada y ella contestó muy rápido “de sirenita”.

Después de un sondeo en el chat, le comenté que la cosa pintaba a que media clase iría de “sirenita” y la otra de “piratas”, así que convenimos (5% decisión propia, 95% comida de cerebro) que sería mejor buscar algo más original, dejándole en el aire algunas ideas que se me habían ocurrido.

“Podrías ir de Dory…”

«Mmm nooo»

“¿De tiburón?”

Se quedó pensativa un buen rato y de repente dijo…

¡Ya, sé! ¡Quiero ir de gamba!

¿GAMBA? …fucking shit… había que actuar rápido.

“¡O mejor! De buzo…”

“No, gamba”

“¿Y de pulpo?

“GAM-BA”

“¿Y de calamar/nemo/medusa/alga/guiri-comido-por-tiburón?

«Gamba, mamiiii, ¡me hace mucha ilusión! «

Confirmado. Tenía que hacer un puto disfraz de gamba.

Mi vida en diapositivas.

El jasban entre el ataque de risa y el de ansiedad, me recordó que me la había jugado mucho dejando elegir a la niña teniendo en cuenta que su clase se llama “las gambas” y están haciendo un trabajo sobre el fucking marisco. “Tranquilo” le dije, “Seguro que en google hay tutorial sobre disfraces de gambas….”

Lo sentimos, no hay resultados a tu búsqueda.

Entre el infarto y la pérdida de constantes vitales, bajé con la niña al bazar de la esquina y mientras ella jugaba con ácaros más grandes que un pitbull, yo me dispuse a comprar al por mayor todo el material naranja que encontré sin criterio de ningún tipo. El dependiente, viéndome al borde de la desesperación, me dijo “¿No quereL pistola de siliconaL?” “Pues sí, pon, pon…” y así, alegramente, me gasté 50 euros sin pestañear y volví a subir con la niña a casa y tres toneladas de material naranja.

“Bueno, antes que nada, tenemos que hacer un esbozo…”

“Vale, mami, pero que tenga un cefalotórax”

Me cagué en los muertos del proyecto de gamba de clase, mientras la de Murcia hizo un moonwalk y se fue a ver la tele. Ocho toneladas de dibujos en papel después, quedó algo decente con lo que empezar.

Finalmente, después de nueve intentos de cabeza de gamba porque me salían para niña con macrocefalia, con resultado de una amputación en el dedo de una mano, tres dedos pegados para siempre y un esguince de cervicales, volví a bajar al chino que se estaba haciendo rico conmigo nivel dejarse la calefacción puesta por la noche, y le volví a comprar metros de goma eva para hacer parches a los trozos que se habían quemado con la puta pistola, mientras la niña, a la que me veía maldecir a mi estírpe, hacía un moonwalk y se iba a jugar a su habitación dejándome esnifando silicona y trabajando a destajo a lo fábrica de Bangladesh.

Esta mañana el dulce de leche y yo hemos aguantado la respiración, por miedo a que con un estornudo se fuera a tomar por saco el disfraz, mientras la de Murcia estaba radiante de felicidad con su disfraz de gamba, que nos ha costado un pastizal que ríete tú de los trajes de los Goya, tres años de esperanza de vida y las huellas digitales.

Por suerte a sujeto 2, que ha visto que si pides un disfraz tu madre te lo hace versión aliexpress, ha sido más lista y cuando le preguntas de qué se quiere disfrazar te dice un “Ovivia Ño” rotundo y se va cagando leches a esconderse debajo de la mesa por su empezamos con las medidas. Así que hemos decidido que hoy va al cole de disfrazada de “segunda hija”, es decir con la ropa heredada de sus primos, con la que va cada día de la semana. Genios, lo sé.

Moraleja: El año que viene, aunque toque “pintores modernistas”, la niña va a ir vestida de Frozen.
Besis.