Ríete tú de Halloween

Apreciados maifrens,

Lo prometido es deuda, así que hoy me dispongo a revelaros un gran secreto familiar que llevamos un tiempecito llevando en la sombra.

No por no querer ser sinceros desde el principio, entendedme, me encanta hacer broma de todo lo que ocurre en nuestro estercolero (también llamado hogar) ya que me ayuda a relativizar las miserias, y leer vuestros comentarios los viernes me hacen dejar de sentir una extraterrestre en el fantástico mundo de la maternidad que nos venden en todos los medios de comunicación. Sería más bien porque hay cosas que una también se quiere guardar para ella, por si las cosas no salieran bien porque los chistes no siempre valen para todo. Pero bueno, sin más dilación, me remontaré a long taim agou, concretamente antes de verano.

Cuando tu cachorro va creciendo y entendiendo que comerse un cable es cero nutritivo, tú vas ganando unos pocos minutos al día que dan para contestar un whatsapp o un vistazo rápido a instagram, tampoco nos vamos a engañar, y a saborear esos instantes de tranquilidad que te ha regalado el crecimiento cerebral de tu pequeño cigoto.

Y ahí es cuando la gente cercana detecta que tienes una pata de gallo menos y creen que es el momento de hacerte la GRAN pregunta:

¿Y el siguiente, para cuando? Si no os ponéis ya se llevaran mucho tiempo…

Una cuestión que sorteas con un «bueno, ya se verá» y un moonwalk, pero que deja una semillita en tu cerebro que va creciendo y dando vueltas a tu cabeza de manera insistente. Antes, cuando todo era campo y yo pensaba que la maternidad era vivir en un eterno Sonrisas y Lágrimas, tocando todo el día la guitarra y haciendo picnics al aire libre vestidos con las cortinas, siempre pensé que para tener un hijo, tienes dos. Que si ya estás metida en el ajo, tampoco te viene de aquí.

Pero luego tuve a mi pequeña Diana Ross, que me ha llevado más trabajo en dos años que en toda una vida en la seguridad social y sólo pensar en repetir proceso se me ponían los pelos de punta. Ahí entendí a la perfección a los padres que se quedan con uno. Ya has disfrutado la experiencia de la ma\paternidad y tampoco hay que repetir examen para sacar más nota. El cachorro sobrevive cada día mejor por su cuenta, pues ala, a contar los días para que lleguen los campamentos.

Le trasladé mis inquietudes a mi príncipe azul que opinaba igual que yo, aunque también nos sentíamos culpables como si le priváramos de algo a nuestra terrorista chiíta, maldita culpabilidad con los hijos, y un día que volvía a salir el tema, me comentó: «una gran amiga me dijo que tener un hijo es un acto de egoísmo, pero darle un hermano es el mayor acto de generosidad». Aún creo que el marichocho se lo sacó de la manga porque sabía que buscar un hijo equivale a sexo garantizado en la agenda, pero eso me tocó la fibra y decidí comprarle la moto y andando que es gerundio ir poniéndonos en el tema porque si salía del vietnam pañales, sabía que quizá no querría volver entrar.

Y poniendo toda la carne en el asador durante algunos meses fabricamos…

UN ROBIN PARA BATMAN…

 

Pues sí,  PRAY for us a lot of morenauer.

Besis.

P.D. Qué decís, ¿niño o niña?