Apreciados maifrens,
Cuando tienes hijos hay un cambio de temperatura de la tensión corporal, que hacen que salten los plomos cerebrales y se funden, irremediablemente, varias neuronas.
Que da igual que antes fueras la empollona de clase que siempre llevabas los deberes al día y pasabas a limpio los apuntes con pilots de colores, ahora tienes suerte si te acuerdas a fin de mes de pagar el alquiler.
O al menos eso me pasa a mi y me consuelo pensando que la culpable es la maternidad para buscar una justificación que me haga no tener que ir a un especialista a que me diga que no sólo estoy perdiendo tersura epidérmica, elasticidad corporal y las cervicales por el camino, si no que mi sistema neuronal está cayendo como si fueran piezas del dominó.
Empecemos por hace unas semanas, cuando después de una batalla campal con mi pequeño saltamontes para darle de desayunar, vestirle, lavarle los dientes (que en realidad fue un peeling de labios por lo que cerraba el boquino), darle unas galletas para poder estucar la tapicería del cochecito y atarla como Hannibal lecter para hacer la cuesta para ir al pediatra que ni al Himalaya, gracias por este sueño, llegué chorreando a la sala de espera.
Esperé en la consulta sin que nadie diera señales de vida. «Estarán vacunando a un niño mudo» pensé y le di unas cuantas galletas más a la Señora de Murcia, rezando para que nos tocara el turno rápido. Después de unos veinte minutos sin salir una alma de delante de la puerta y picar varias veces para ver si abrían sin ningún éxito, fui a la recepción para preguntar dónde estaba la marichochi antes de que Diana Ross empezara a contorsionar el cuerpo, a lo niña del exorcista, para que la bajara al suelo a destrozarles el garito.
Una chica muy amable me comentó que los lunes mi Doctora sólo iba de tardes…. «¿Aún no se ha aprendido los horarios» Me dijo con una sonrisa repelente mientras yo buscaba cosas en mi bolso, de las que quedan en el fondo rebozadas de trozos de galleta, para fabricar un cóctel molotof con el que destrozarles el mostrador.
Viendo que mi cara mutaba de impaciente a me-cagon-tó-lo-que-se-menea-que-soy-madre-y-estoy-mu-loca, se ofreció a confirmar qué día tenía la visita.
«Pues, por lo que tengo yo apuntado tenía visita el martes de la semana pasada…»
Ahí me sonó algo de un «mejor ponle martes que no tengo reuniones» y un flashback de al llegar al trabajo pensar «¿Lo pongo en la agenda? Sí, pero primero un café…» y entonces, como por arte de magia, mi tono de voz cambió de Cruela de Vil a Miliki
«¿Y podría ser el martes que viene? Me vendría fenomenal…»
En ese momento, Matilda, que había tratado de morder las correas del carrito como si fuera un preso de alcatraz, puso esa cara de fuerza característica de cuando uno está relajando esfínter y sentenció «Mama, a pitidaz té cacaaa» a lo que yo me acordé que con las prisas no había cogido ni pañales, ni toallitas, ni nada con lo que sacar un zurullo infantil de 2 años, que ya son nivel cupcake, de un culo. Y sonriendo le dije «Ahora, cuando lleguemos a casa». La amable recepcionista me informó que en el baño había un cambiador infantil, pero intentando no quedar peor de lo que estaba quedando, le comenté que mejor en casa que estará más relajada, viéndose en mi frente escrita «NO TENGO PAÑALES» y me fui con mi poca dignidad y el aroma del crimen ocho calles más abajo.
Y si en el CAP fuera el único sitio dónde me retrato, pues aún podría ir disimulando en otros ámbitos infantiles de que soy una madre ejemplar, pero me temo que en la guardería también me tienen ya fichada. Empezaron el curso pidiendo 4 fotos de carnet de la niña que tardaron unas 6 semanas en llegar. Y porqué un día pase por una tienda que decía «hacemos fotos para el cole» que ahí até cabos y metí a la niña ipsofacta a intentar que ella y su pelucón cupieran una foto de carnet. Sí, después de ocho millones de intentos para que saliera sonriendo cara a la cámara, salió de perfil y parece que tenga un ojo de vidrio, pero no le pidas peras al olmo. Tenemos fotos y están entregadas.
Falta la foto de familia, que nos dimos cuenta que como nunca vamos con fotógrafos a los sitios, no tenemos ninguna foto decente en la que salgamos los tres. Pero como una es una mujer de recursos he pensado en llevar una de esas que están en los marcos de las fotos de familias felices y pegarle allí las fotos de carnet de los tres, que así hago manualidades con la niña y estrecho los lazos familiares. Todo son ventajas.
Eso sin mencionar las cicatrices que empiezo a tener en el cuerpo por no estar concentrada en una única cosa y jugarme la vida con cosas tan sencillas como cortar cebolla en juliana. El otro día sin más, estuve a punto de ir de urgencias por rebanarme un dedo mientras cocinaba y ejercía de madre a la vez, con el que estoy aporreando las teclas de esta entrada.
Y es que la vida, sin neuronas, es very hard a lot of, maifrens. RIP for me.
Besis.
O
Ooook. Aliviada de no ser la única. Yo me presenté en la policía para renovarme el carnet el día de la semana y hora, correctas, pero dos semanas antes. Y lo apunté en la agenda, pero mal. Ou yeah. Ánimo a las neuronas que aún nos quedan. Sabemos que estáis haciendo horas extras. No os lo tenemos en cuenta…
Jajajajajaja ánimos! Alguna la acertaremos! 💪🏻
Uy, mira que me suena todo esto… Y siento decir que, al menos en mi caso, cuatro años después aún no he recuperado facultades. Pero lo peor fue el día tuve el actorreflejo (no fue idea, yo por entonces no pensaba) de hacerle un ruidito aspirado como de cerdito a mi retoño de dos meses mientras yo estaba comiendo. Ese día casi muero en medio del salón, asfixiada por un grano de arroz, con una peque mirándome hacer aspavientos y sin nadie que llamara a urgencias o le calentara un biberón en horas. Así que, si los despistes no ponen en peligro ninguna vida, bienvenidos sean.
Ohmaigat! Has estado al borde de la muerte!
Yo estoy perdiendo el juicio. Ayer fui a vacunar a la enana, la tumbé en la camilla, lloró, yo pensando que es porque no le gustaba el ambiente la vuelvo a coger y ya más calmada la vuelvo a tumbar y le saco la patita otra vez.. la enfermera alucinando en colorines me dice, pero qué hace, si ya la hemos vacunado!! Y yo no me había dado ni cuenta ahí pensando en mis cosas..angelico, por eso lloraba!
Jajajajajaajjaajjaajjaja buenísimo!
Bailo porteando a mi guerrera con otras madres y somos la prueba concluyente que con la maternidad mueren neuronas. Comprender y ejecutar instrucciones nivel de dificultad – 1 del tipo «vuelta hacia fuera» nos han llevado dos sesiones completas con la profe dándose cabezazos contra la pared. Pobre muchacha, angelico…
🤣🤣🤣 la concepción del espacio delante-detrás-izquierda-derecha-tirar-empujar se esfuma de la cabeza con los primeros pujos 🤣🤣🤣