Apreciados todos:
El lunes que viene, se aproxima una fecha que celebrar. No, no de la roja. Ni la abdicación. Ni la proclamación del enchufado español. NO. LA SEMANA QUE VIENE RUYRODRIGO Y UNA SERVIDORA CELEBRAN 4 AÑOS.
Y es que sí, el tiempo pasa volando. Y como mi dulce de leche siempre dice que no soy nada romántica, he querido dedicarle esta entrada para enumerar todas las cosas que me encantan de él. Y de su tupé. Y de su diente roto. Y de su pecho paloma.
Empezaré diciendo que nuestra relación empezó en un viaje en Tailandia when I was young y él no tanto. Nos conocíamos de antes, pero no fue hasta esa época que mis encantos de veinteañera lo engatusaron.
Decidimos hacer el viaje juntos una tarde tonta con dos cervezas de más, así que viniéndonos arriba compramos los billetes y dos días después nos vacunamos. No pasaron ni doce horas cuando empecé a sentir un dolor agudo en el pecho que se me extendió al pectoral.
-Es una contractura. A mi me pasa… -Dijo él sin darle demasiada importancia.
Cuando dejé de sentir el brazo izquierdo el rioplantense reaccionó llevándome de urgencias con un diagnóstico claro: PERICARDITIS AGUDA.
– Se te ha inflamado el corassón de quereme tanto… -Dijo él haciéndose el chuleta.
Yo respondí con la elegancia y el glamour que me caracterizan:
Estuve ingresada debatiéndome entre la vida y la muerte durante 15 días, y el día 17 salía el avión.
Y el avión salió. Y con dos cojones nosotros íbamos en él.
Y desde ese día han pasado ya 4 años. 48 meses. 192 semanas. 1.460 días. Y la verdad es que…
Yo más que él, pero él aún no lo sabe.
Y es que no es fácil encontrar a alguien que se ría de todos tus chistes (aunque algunos no hagan gracia) y que con sus ojos achinados impregnados de destellos de enamoramiento te diga:
-Eres un genio.
Y tú por dentro, ruegas para que la droga del amor le dure mucho tiempo.
Tampoco es fácil encontrar a alguien que canjee hacer la cena por enseñarle el canalillo, que lo tiene más visto que la coronación de Felipe VI
O que te rasque la barriga como a un perrito cuando te has indigestado…
Porque lo importante de tener una pareja no es que sea un príncipe azul como los cuentos de Disney. Lo importante es que además de enamorarte, te cuiden, te quieran, te hagan reír, que al llegar a casa venga como un remolino para darte un beso, te miren con lujuria hasta cuando llevas una mascarilla cubierta de papel albal en la cabeza, que no le de importancia a que tu prótesis dental para dormir te haga parecer a Mike Tyson, que no le dure el enfado más de una hora, que no te haga durar el enfado más de una hora, que tenga un cuerpo atlético y una sonrisa perenne con su diente roto a lo gamberro, que te haga cosquillas con el tupé cuando se arrima a tu lado en la cama, que se levante de buen humor, que no se haya dado cuenta aún que el dado con el que nos jugamos ‘bajar a comprar al paki’ está amañado, y QUE HAGA LAS MEJOR EMPANADILLAS EVER. ENEVER.
RUYRODRIGO, TEQUIEROTÍO.
Esto vale como regalo, ¿no?
Besis.