Resaca navideña

Apreciados maifrens,

He dejado a parte el blog unos días porque la navidad ha podido conmigo. OHMAIGAT, si los duendes de papanoel trabajan a lo Bangladesh por estas fechas, ni te cuento los padres.

Para empezar hay vacaciones navideñas en el cole y a ver quién es el guapo que se queda con la ricitos con pelo afro y con red bull en las venas. Que como dice una amiga, a tu hija le sacan sangre para hacerle transfusiones a los Rolling Stones.

Totally, para que la sra de murcia no se quede a lo Macaulay Culkin sola in da jaus y como mi príncipe azul es freelance y está acabando un proyecto (que eso se traduce en «sí yú in anodar laif brodah») estas navidades pillé lo que viene a ser CACHO, y me quedé face tu face con la marichochi de fuera de la placenta y con la otra marichochi de dentro de la misma, que aunque no está presente se hace notar en forma de patadas, de encender hogueras a lo náufrago en mi útero que dan un ardor estomacal que te meterías un extintor por el boquino, de estornudos con pérdidas de orina y de otros menesteres que te hacen perder la esperanza de vida y la dignidad en general, para quedarnos esos días de «descanso» en  casa, que más que descanso me han provocado contracciones y un parto prematuro soplándome en la nuca.

Y claro, si te quedas con la niña hay que buscar actividades que la cansen para que en su siesta puedas hacer la comida, poner un par de lavadoras y tirarte en el sofá a tocarte el gormiti, aunque sean cinco minutos, esos pequeños placeres que no se pagan con dinero. Y como no estaba yo muy de actividades en el exterior, pensé en cosas más prácticas par una embarazada de siete meses y medio, como llevarla al super a correr por los pasillos y sacar productos de las estanterías arrasando como si viniera un desastre natural, para luego irnos pagando un paquete de chicles y unos yogures por desgracia de los reponedores, que nos miraban con la palabra FACKYU escrita en el iris.

Sorry maifrens, el condis es el port aventura de los niños de dos años.

Luego, por la tarde me organizaba unas clases teóricas sobre varios temas importantes a tratar en el 2018 como puede ser el de «marichocho, vas a tener una hermana» que lo trabajamos en forma de películas sobre hermanos como «el bebe jefazo», enseñarle ropa suya de cuando era pequeña que pasará a ser de su hermana, hacer una carta a los reyes para la sra de albacete y otros menesteres que han dado como resultado que cuando le preguntas si quiere una hermanita te diga «no, gaziaz».

También he tocado el de «bai bai pañales» con un orinal de tortuga que le regaló su tía rioplatense, en el que solo quiere sentarse a lo taburete o obligar a los peluches a que hagan sus necesidades fisiológicas. A ella ni se la ve, ni se la espera. Y lo que es peor, en lugar de mejorar la cosa ha empeorado, que si ahora la susodicha acaba de hornear un pastel en el pañal y le preguntas si ha hecho caca, te dice «no, la pitidaz za tirat un pet» para que creas que el olor a cadáver sin descubrir es una ventosidad y que el pañal colgandero es sólo una ilusión óptica.

También intentamos lo del chupete a los reyes, pero ahí fui yo la que me giñé cuando dijo que se lo quería dar pero sin un criterio ni medio sólo para que los pajes le dieran una chuche , y  que queréis que os diga, era el último que me quedaba. Y suerte que no lo hice, que ahora hemos quedado que sólo es para dormir y le tengo que ir dando lacasitos durante la tarde porque está con el mono y me lo pide cada diez minutos en bucle… en plan proyecto hombre.

Totally, que no sólo me ha bajado el ritmo cardíaco y he perdido esperanza de vida en estas navidades, si no que además he roto a la niña y la he devuelto desconfigurada a la guarde en plan mogli de la selva. PRAY FOR THE TEACHERS.

Eso sí, yo he vuelto a trabajar y ganar elecaseimunitas, que esto sí son vacaciones con pulserita y buena vida en general.

¿Y vuestras navidades, qué tal?