Apreciados maifrens,
Después de la sobre explotación veraniega que se somete a los padres sin ayudas del estado, ni de ninguna ong abuelil, una tiene que estar de servicio las tuenti-tú-auars del día con un calor que te suda hasta la pelusilla de encima del labio que nunca tienes tiempo para sacar, para vigilar que tu vástago no se ahogue en la pisci, se distraiga, coma variado, duerma la siesta, aprenda algo útil, haga cuadernos santillana, se deje poner mercromina hasta las pestañas, etc. te lleva a una mala vida que cuando todo el mundo llega de las vacaciones con un resplandor bronceado-dorado y cara zen, tú tengas el cutis blanco a lo ‘Walking Dead’ y el cogote churruscado nivel Bill Cosby.
Pero tranquila, piensas para tus adentros, por fin verás la luz al final del túnel con…
O eso te crees tú, que tachas los días en el calendario pensando que volverás a respirar, a ponerte antiojeras y, si tienes la suerte desvelarte a las seis aéme mientras la niña duerme, a plancharte el pelo de Einsten con el que te levantas por la mañana. Pero cuando estás a un día de tocar el nirvana, te das cuenta que en realidad no es oro lo que reluce.
Para empezar aún no tengo la «suerte» de vivir la experiencia de tener que ir a buscar libros y material escolar en una gimcana que las escuelas deciden hacer pasar a los padres por si acaso tienen vidas aburridas de las de disfrutar té a las cinco o escuchar Mozart estirados en un diván. Aún recuerdo a los míos, cuando aún no existían ni los bazares chinos, sudando como pollos buscando ‘un cartabón de metraquilato con la punta ni muy afilada ni muy plana, numero 10 y tres cuatros y dos asteriscos’ o ‘unas acuarelas hechas con sangre de unicornio que sólo se venden en la tienda del marichocho de los gremlins.
Por el momento, como la mía aún está tocando conceptos más en plan «las pegatinas se enganchan en el papel y no en el pelo» o «se pinta en las hojas y no dónde te salga del gormiti», el material lo pone el centro educativo. Pero de lo que no me he librado es de volver a vivir mis noches de veinteañera cuando los domingos estaba despierta hasta las tres aéme, esta vez pegando el nombre de la Sra de Murcia en todos sus outfits, a lo fábrica de Bangladesh. Que lo tenía tan mecanizado, en plan pega-otro-pega-otro-pega mientras dormía con los ojos abiertos, una técnica que he perfeccionado en el trabajo, que no ha sido hasta que he visto el nombre de Matilda pegado en mis bragas, me he dado cuenta que el asunto se me fue de las manos.
Luego llega el día D, en el que tienes que ir preparando a tu pequeño cachorro para que entienda que ha llegado el momento en el que lo dejarás en el cole «para-que-te-lo-pases-tope-de-bien» y con un-seis-y-un-cuatro te esfumarás con una bomba de humo
Llorando, sí, pero con esa sensación de libertad que te da ir por la calle con un bolso.
Yo preparé a la mía desde que me despertó a las seis aeme, S-E-I-S-A-É-M-E gracias por este sueño, con un «¡Venga, alegría! ¡Hoy hay cole y verás a tus amiguis…» y ella mirándome con un con-qué-te-drogas-madarfacar, me contestó «no, gaziaz».
Pero una vez que llegamos allí, después de cantarle todo el repertorio de canciones infantiles para animarla, llegó resignada y sin mirar atrás entró en su nueva clase. Ni una lágrima, ni media. Y es que nuestra hija tiene menos apego al hogar que Willi Foc, oye da igual delinquir en casa, que en la guardería, que en lo de la vecina del quinto.
Que eso a priori puede parecer guai, pero cuando cuando ves a las profesoras llamando a los bomberos para que desatasquen a los niños de las piernas de sus padres, breik-your-jart a lot of.
Y por si fuera poco todo el estrés que implica el ‘volver a la rutina’ hay que añadirle la adaptación a los nuevos horarios. Que de moglis de la selva colgados en las lámparas hasta altas horas de la noche, pasan a salir del cole cansados y con un estado emocional a lo Carrie con síndrome premenstrual. El cansancio provoca el sueño, y el sueño provoca rabietas, lloros y un vietnam en casa que después de tres rabietas seguidas aparece la pasma por alteración del orden público. Porque tu les das un plátano y ellos quieren una bullshit con mucho colesterol, porque tú pretendes que se desinfecten en un bañito y ellos quieren dormir rebozados de roña, porque ahora quiero Elza-Ana (Frozen para Movistar TV), ah no, nena-cabei-cac (Enredados para Movistar TV) espera que me enfado y pido a gritos Pulpulina (trolls para MovistarTV) y a todo esto tienes que ir descifrando lo que te está pidiendo mientras controlas tus instintos asesinos.
Y lejos de pillar el ritmo rápido en un pim-pam-pum-bocadillo-de-atún porque son esponjas y tal y tal, la segunda semana aún están con la resaca de los cambios.
Y lo que pensabas que sería «la gut laif de volver a tu día a día» es el punto máximo de apogeo en el ‘VIETNAM MATER/PATERNAL» que te deja a un misisipi de la embolia cerebral.
Y siento deciros esto, pero cuando por fin pillen el ritmo y empecemos a disfrutar por las tardes… llegarán las fucking navidades y a-tomar-por-saco tus elecaseinmunitas.
RIP for us.
Es que soy tan fan que muérome! Cada post que sacas vuela por mi whasapp amiguil #quelosepas
jajajaja me alegro!!!! Tenemos que ser más survivers que madres de catálogo! La vida es very hard a lot of y se tiene que poder decir en voz alta… 😉
Y cuando te dicen: ¿para cuando el segundo? ¡eso si que me da risa a lot of! ¿Moders of two o más, sois mis idolas!
Jajajajaja eso yo creo que si lo quieres no hay que pensarlo porque si lo piensas no lo haces, simplemente dejar que surja…
Grande!!!!! Identificada no, lo siguiente!!! Pero yo juego en otra liga tengooooo TRES😱🤦♀️!!!
Gracias por estos ratos…
besos a la señora de Murcia
Omg! Eres el sensei de la maternidad! #temerecesunaola!
No me puedo permitir reirme a carcajadas en la ofi, gracias por un chorro de realidad
🤣🤣🤣🤣 la vida es very hard