Por fin llega el buen tiempo. Y por un lado te alegras, aunque por otro te cagas-en-las-bragas. Hace tiempo que no exploras tu cuerpo delante del espejo y lo observas. Minuciosamente. Para saber hasta donde llega la magnitud de la tragedia.
A primera vista, o te han disparado con bolas de goma en las cartucheras o tienes más celulitis que Bob Esponja. Bueno, piensas para tus adentros, se acabó ir con biquini a pelo. Lo mejor será comprar un traje de neopreno de color carne y ponérselo por encima.
Toca el turno de las abdominales. ¿REALLY? No hay mal que por bien no venga, así que irás a la mercería para que te pongan una cremallera y lo utilizarás de riñonera.
Tu primer análisis de la situación no tiene muy buena pinta. Pero la naturaleza es sabia y estás más blanca que un pórex, así que deslumbrarás en la playa a todo aquel que te mire provocando una ceguera inmediata que impedirá ver las consecuencias que el invierno ha dejado en tu cuerpo-de-treintañera. Al menos durante un tiempo. Y allí es donde empezará el PLAN B: comer alfafa, hacer maratones cada tarde y beber tanta agua que supurarás por los poros sales minerales. Y nada de cervezas. NO ONE. Al menos durante un mes. O unas semanas. O unos días. O… hoy…
Vale, toca el segundo paso:
Abres con ilusión la caja que tienes guardada en el armario que dice «ropa de verano» y que consiste en: cuatro harapos con pelotillas y una falda verde de la guerra civil que heredaste de tu abuela. Tendrás que comprar ropa con los pocos ahorros maritales que tenéis en la cuenta corriente. Sabes que tu dulce-de-leche es un hueso duro de roer, y que tu desgracia textil no será argumento suficiente para invertir el dinero de emergencias en un armario nuevo.
Pero, keep-calm porque eres una mujer con recursos. Y un genio de las estrategias. Así que después de darle un par de vueltas encuentras dos soluciones con las que convencer a tu rioplantese amor:
Bien. El tema ROPA-TRENDY superado.
Ahora solo queda….
Y las puntas abiertas que llevas ya no es un trabajo de principiantes. Eso son palabras mayores que requieren a un buen profesional en la materia: LA CHINA DE LA ESQUINA, que te recibe con un
-Baja los pantalones
Así, a palo seco. Y se pone una mascarilla, como si fueras una infectada del ébola a la que hay que estudiar con detenimiento. Y mientras mira tus miserias que quedan expuestas a su revisión, se baja un momento la mascarilla para decirte:
-Mucho pelo y muy fuelte, más caro.
Y tú asientes. Porque eres una loser con lianas en las piernas y en las ingles. Así que ella se concentra en su Vietnam hasta que por fin acaba.
Y te pasa la factura.
Con un importe alto.
Y pagas con la tarjeta de emergencia. Que va directamente a la cuenta de ahorros.
Sabiendo que RuyRudrigo no se va a creer que es un asunto de vida-o-muerte.
Pero tienes un as en la manga para hacerlo entrar en razón…
TUS ARMAS DE MUJER.
Así que acabas con tus cuidados PRE-VERANO en un pis pas y con la cuenta temblando…