HUMOR

Crónica de un viernes

Apreciado diario,

Iba yo con mis pelos de Helena Boham Carter y mi expresión facial de amenaza de ictus  a dejar la niña al colegio mientras esta me ponía la cabeza como un bombo cantándome una y otra vez una canción de primavera que le habían enseñado en el clase como si se tratara de un hit de Luis Fonsi ,cuando, una vez entregué el paquete con rizos , chándal para hacer psico y falda por encima -que una a ciertas horas de la mañana no quiere vivir una rabieta de altos decibelios así que cuando me pidió “la de bailarina con prupurina profi, profi…” se la endiñé para hacer gimnasia encima del chándal con más glamour que María Sharapova- alguien me detuvo a bocajarro:

“Hola, la mamá de Matilda,¿ verdad? No has contestado si vienes a la cena de madres que propusimos en el chat…”

Hi

Flashback chat de clase. Flashback leer “El viernes que viene cena de madres, ¿Quién se apunta?”¿Era viernes? ¿O era sábado?… Ju nous… Miro mi agenda mental “viernes-o-sábado-que-viene-a-la-noche estaré con el jasban luchando en el barro para lavar el pelo de Rapunzel de Murcia y el afro Diana Ross de la de Albacete, luchando psicológicamente para que se coman la cena, haciendo taekowndo nivel pro para que se duerman y me quedaré inconsciente en el sofá conectada a un monitor de signos vitales para llamar al 061 cuando empiece a pitar. No me va bien. Nada bien.  Ella esperaba una respuesta. ¿Era viernes o era sábado? El silencio se volvió incómodo. V-I-E-R-N-E-S-O-S-Á-B-A-D-O. Tic, tac, tic, tac. Hay que elegir: “Pues… mmm… el sábado no podemos porque vamos a pasar el día fuera y…” a lo que ella, rauda y veloz como un felino contestó: “No es el sábado, es el viernes”. Puta vida tete. “Ah… entonces puedo…”. Sonrío con satisfacción. SHE WINS, malditasea.

De camino al trabajo llamé al dulce de leche para transmitirle que una madre de la clase de nuestra hija me estaba obligando a ir a cenar fuera.  “Bueno, lo pasarás bien…” me dijo él con ese entusiasmo inocente de alguien que no ha llevado a la niña al cole, hasta que le recordé que el destete nocturno de sujeto dos lo habíamos pospuesto para semana-santa-o-quizás-agosto-con-la-ola-de-calor,  que sólo tendría la ayuda de un biberón si se despertaba y se quedó callado unos minutos. Pude escuchar el sonido de una lágrima derramándose por su frondosa barba.

cry

No pasaron ni cincos segundo después de colgar…“Has estado añadida al grupo CENA DE VIERNES”.¿Pero es que nadie trabaja aquí?. Publicaron un menú, algún tímido “lo pasaremos bien” un “jijijaja” y poco más. Evalué mis opciones y barajé la idea de decir que me habían ingresado en la UVI por ausencia de riego sanguíneo, cuando alguien se me avanzó. “Lo siento chicas pero no podré venir este viernes”. Hubieron escuetos mensajes de “Ok” de los que suenan a tú-misma-si-quieres-que-a-tu-hijo-le-hagan-bulling hasta que añadió un “es que mi suegro está en la UVI”

Fuck

En seguida se llenó de mensajes de apoyo e incluso se ofrecieron a quedarse con el niño alguna tarde. Mierda, dos UVI’s en un mismo chat despertaría desconfianza. Mi plan B se fue a tomarpolsaco en cinco segundos.

Llegó el viernes. Le dejé al rioplatense el marronaco y entré cinco minutos tarde a la hora acordada. Cuando llegué ya estaban todas ahí brindando con cerveza.

 ¿Cerveza? ¡OH WAIT quizá no estaba todo perdido!

Cómo la maternidad me ha dejado con alzheimer temprano, sólo reconocí dos de ellas al llegar: la de la tortura psicológica y una madre de gemelos con cara de padecer una parada cardiorespiratoria, con la que me saludo tímidamente alguna mañana  a modo de “yes we can’t” y que tenía pinta de vivir en modo avión como una servidora. Así que me puse a su lado y aunque aclaré que no podía beber mucho alcohol porque estaba dando la teta, cayeron entre pecho y espalda un par de cervezas y media botella de vino.

Drinking

Vaya a ser por el vino, por la cerveza o por los chupitos de postre, que todo ese mejunje mezclado en mi estómago hizo que me pareciera un gran planazo cuando propusieron hacer unos  gintónics para hacer bajar la cena. Cuando me venía arriba a pedir los míos, recibí unos de esos mensajes del jasban de SOS que está reflejado en el Código-de-equipo-ante-el-peligro que sólo escribimos cuando las cosas se están poniendo realmente feas: “Amor, ¿vas a tardar mucho?” Así que en pleno momento de subidón partí hacia casa con un beso, una flor y una peste alcohol que ríete tú de Masiel en fin de año, y me fui a ayudar a mi mitad familiar como le ha tocado algunas veces a él cuando yo he estado rozando el brote psicótico.

Por si los servicios sociales están leyendo esta entrada especificaré que nadie le dio el pecho a sujeto 2 al llegar y que, en ningún caso, se levantó con resaca.

Never. Enever.

Besis.

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