Feliz día de la madre

Puede ser que hayas hecho una tesis doctoral sobre todos los colegios de la ciudad antes de apuntar a tu hijo, o que te hayas centrado en un punto importante: que esté cerca de casa.

Puede ser que cada mañana vayas como el correcaminos con la cuenta atrás en el cogote, o que salgas de casa diez minutos antes porque a tu hija le gusta señalar y observar todas las cacas de perro que se encuentra por el camino.

Puede ser que hayas perdido tonicidad facial y flaccidez en el culo gracias al posptarto, o que vayas cada día al gimnasio y estés más dura que Spiderman.

Puede ser que tengas la paciencia del Dalai Lama, o que  te conviertas en un miembro del Cartel de Medellín cuando tu cachorro te busca los límites.

Puede ser que seas una madre protectora, de las que llevan a sus hijos al parque a lo Hannibal Lecter para asegurarse que lleguen a casa sanos y a salvo, o puede ser que a tu pequeño alfajor le falte una pala y medio canino porque se partió la cara en el tobogán mientras hablabas con otra madre del cole.

Puede ser que cada mañana dejes a tu heredero en la guardería tirando una bomba de humo y sin tener contacto visual con las otras madres, o que, por el contrario, hagas networking en el rellano y sepas el nombre de los compañeros de clase, de sus padres e, incluso, de dónde viene la estirpe familiar.

Puede ser que estés empadronada en la consulta del pediatra porque tu hijo decide pillar hasta el ébola en la guarde, o que, por el contrario, tengas un descendiente con más defensas que un héroe de marvel que no lleva como seña de identidad el moco colgandero hacia la comisura de la boca.

Puede ser que cada día improvises la cena tirando más de la cuenta de los nuggets porque no tienes ganas de un drama Shakesperiano, o que tu hijo se coma kale, alfalfa y semillas de chía sin rechistar.

Puede ser que te guíes por el Señor Estivill, por Carlos González o por tu intuición, que aunque no sea cien por cien efectiva te deja comer tranquila mientras tu hijo tiene el iPad a todo trapo.

Puede ser que tengas un niño hiperactivo que con seguirlo por el parque equivale a una sesión de crossfit, o de los que se comunican moviendo las pestañas.

Puede ser que tengas la lavadora lavando la misma ropa desde fin de año, o, por el contrario, la tengas doblada y guardada, sin manchurrones de chocolate y dispuestas por gamas de colores.

Puede ser que te levantes descansada y con un tierno beso, o con un pie que te golpea en la cara, en las costillas y en la barriga en dos segundos, mientras estás en modo Stephen Hawking en un rincón del colchón.

Puede ser que tengas noches de pasión y desenfreno con tu príncipe azul, o que planifiquéis un momento en que las niñas estén en fase rem para un aquí-te-pillo-aquí-te-mato con el intercomunicador al lado.

Puede ser que seas una madre trabajadora, centrada y con la energía recargada, o que vayas a trabajar en modo avión y saludes a lo asiático cada vez que pasa alguien por tu mesa.

Puede ser que te bebas tres litros de café para superar el día.

Puede ser que tus constantes vitales sean una montaña rusa.

Puede ser que la apoplejía te esté respirando en la nuca.

Puede ser que algunas veces antes de dormir te sientas satisfecha con tu día, y otras, te den ganas de llorar desconsoladamente.

Puede ser que haya días que te escaparías a otro país y te esconderías en un piso franco.

Puede ser que a veces no sepas si lo estás haciendo bien.

Puede ser que la maternidad no sea aquello que te contaron sino algo mucho más real que te hace reír hasta de tu sombra, llorar en el baño desconsoladamente, cabrearte a lo Hulk y sentir la felicidad con sólo una sonrisa, todo junto en la misma tarde.

Puede ser.

Lo que es seguro, es que lo haces lo mejor que puedes.

FELIZ DÍA DE LA MADRE SURVIVER