HUMOR, MATERNIDAD

El parque dislaik

Apreciados maifrens,

Me habían advertido de la mastitis, del postparto, de los terribol two, de los threenagers, de las vacunas, del dormir poco por las noches, pero hay algo que nadie me había dicho y que para mi es la criptonita de la maternidad:

parque

EL PARQUE

Y es que lejos de ser un recinto lúdico dónde los niños se divierten en felicidad y armonía, es un vietnam que los transforma a lo Britney Spears, y que pasan de ser adorables colegiales impolutos a esnifar arena, comer colillas y salir rapados al cero porque el pelo se les ha enredado en el columpio.

Y por si no fuera poco, yo, que mi hija está en edad de andar a lo etílico sin criterio ni orientación de ningún tipo, tengo que dejarme las lumbares detrás de ella para esquivar los columpios, las guerras de piedras, los micro delincuentes o las madres que buscan desesperadamente conversación adulta.

giphy-downsized

VERY STRONG A LOT OF

Anyway, ante este vietnam una ya tiene su estrategia: llego sin hacer contacto visual y siento a mi cachorro en el arenero a que se entierre viva con su cubo de Peppa Pig analizando, mientras le hago un castillo, la situación en los columpios. Que en el Bronx hay que ir pasito a pasito. Y mientras veo que me tendré que pelear con un abuelo que lleva columpiando a su nieta desde hace dos semanas y que ha generado más cola en los columpios que en una tienda del Primark, oigo que la sra de Murcia se cabrea y suelta un «¡ÑÓOOOO!»

N9

Pues sí, a mi hija no le gusta compartir sus juguetes. Así que allí estoy yo, sintiendo los ojos de los otros padres, esos que han venido a pelo al parque, clavados en la nuca para que le explique a mi cachorro que tiene que compartir y blablabla cuando a duras penas chapurrea el idioma, viendo su cara de aprobación cuando obligo a mi drama-cuín a dejarle el cubo que no está usando. Pero la Sra de Murcia, que es muy suya, les da el cubo cuando yo le pregunto si se lo deja con un «ziiiii» bañando en lágrimas mientras, a lo espartacus, le tira arena con la otra mano

spartacus

«Toma, joputa»

MATILDA 1 NIÑO SIN CUBO 0

Y entonces hago ver que me enfado y con un-seis-y-un cuatro recojo todos los utensilios y huyo despavorida de la escena del crimen con un «Matilda, mooooolt malament» pensando que en realidad enseñamos  a lo niños a que hagan cosas que nosotros no hacemos, porque a ver quién es el guapo que le deja su iPhone a un desconocido con una sonrisa en la cara.

Totally que para distraerla, cometo un error de principiante y la enchufo en el tobogán.

EPIC FAIL

dislaik

El tobogán es el epicentro de la delincuencia, el Jersey Shore del parque dónde se junta la flor y nata de la criminalidad infantil. Y no es hasta que coloco a mi señora-cabreada-de-murcia preparada para tirarse, que sale de la nada un niño de esos que tienen la palabra «repelencia» escrita en la cara, y me dice:

«Ella es muy pequeña para el tobogán»

A mí, que me inventé el concepto «rebota-rebota-y-en-tu-culo-explota».

 «Ella tiene el mismo derecho que tú a tirarse»

motherfucker

Y él insiste

«Voy yo porque tengo 4 años y ella no sabe».

Miras de lado a lado vaya  a ser que la madre sepa Mao Thai y tome esteroides de los gimnasios, y no ves nadie que esté vigilando al niño. Eso pasa mucho en el parque, vienen padres abandonan a sus hijos a su suerte y se crían a lo mogli como los niños perdidos de Peter Pan, comiendo colillas y bebiendo de la fuente. Así que le digo al mogli que cuando se tire Matilda se podrá tirar él, no contando que a la Sra de Murcia el tema tobogán dislaik a lot of y cuando intento que resbale por la rampa, pone los pies de lado a lado frenándose en seco y me lanza los bracitos señalándome el arenero para acabar la guerra que ha dejado a medias.

MOGLI 1 MADRE DESQUICIADA 0

nope

Y ya llega el colmo cuando veo de reojo como una madre con muslos como piedras y sin haber conocido la celulitis ni de oídas, va a buscar al pequeño mogli-madarfacar del tobogán seguida por otros tres cachorros, que se ve que igual te concibe un hijo que te hace treinta sentadillas, y le dice que se tienen que ir a casa. Y esperándome una escena a lo Gran Hermano después de dos gintónics, veo como el niño repelente asiente, le da la mano y se van. Los cuatro. Sin ruidos ni pataletes  ni contaminación acústica de ningún tipo. Y yo, que soborno a mi mi pequeño alfajor diciéndole que vamos a casa a hacernos un baño con burbujas y las figuritas de Frozen, tengo que aguantar un pollo de dimensiones estratosféricas como si las burbujas fueran de ácido sulfúrico en lugar de Jhonsons Baby.

cry

Y entonces decido que ya he tenido suficiente por hoy y con una llave judoca con chupete como mordaza, me alejo del recinto mientras mi hija llora pidiendo «paaaaaaarccccc», dejando atrás los corrillos de los otros padres, esos que han apagado el wifi y charlan animadamente sin echar ni una miradita para ver dónde están sus hijos, y con un «disculpe» voy sorteando las dos vueltas a la manzana que hay para poder subir al columpio.

Puta vida, tete

 

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5 comentarios en “El parque dislaik”

  1. Boníssim! Jo también tinc una drama-cuín, i a sobre mangui, que ja van tres vegades que, en marxar del parc, me n’adono que porta pala/cubell/pilota d’un altre nen… Uppps!

  2. Me hago caquita sólo de pensar la que me espera cuando mi pequeña salvaje crezca un poco, socorri. Aunque es medio holandesa, que igual esclaviza al total de los niños del parque o se monta en el arenero un dique para ganar terreno al mar (o algo así). En cualquier caso utilizaré tu técnica de «no parlo spagnolo» ❤

    Te admira muy fuerte,
    Sandra

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