Apreciados todos y en especial mamás primerizas,
Leyendo las noticias hoy que me han llegado por correo electrónico, que una no tiene tiempo para malgastar en el google, en la oscuridad del salón con un café con triple carga para poder pestañear, he leído una noticia sobre el movimiento slow (o el slow movement para los anglosajones), que viene acompañado de otros conceptos como la slow life (o vida slow), la cocina slow (slow food) y muchos slows que suenan a hippie que se hace una siesta en un prado mientras se toca el gormiti.
Para los que como yo estéis menos en la onda de las celebritis que Leticia Sabater, os hago un breve resumen:
Pos se ve que es una filosofía que se llama slow, que es lento en inglés, que viene a decir que estresarse es mu malo y que vas a morir.
Y para ello, se refuerza haciendo aquellas preguntas que se haría una persona con tiempo y dinero como Celia Villalobos, el día que no juega al candy crush de la Frozen.
¿Realmente es necesario vivir con tanta prisa? ¿Por qué hacemos del estrés un ingrediente más de nuestro día a día? ¿Disfrutamos de nuestro ocio? ¿Quién no ha sentido, al llegar del trabajo a casa, que lleva todo el día corriendo?
Unas reflexiones que sólo pueden hacerse aquellos que llevan la piñata postiza a lo burro de Shrek, no saben lo que significa la palabra bronquiolitis y pueden ir al banco sin necesidad de vestir pasamontañas.
Que me niego yo a creer que alguien que tiene la vida de una madre primeriza pueda tener tiempo ni de pararse a escuchar a los comerciales de greenpeace. Que las horas laborales son el spa de la maternidad y cuando llegas a casa curras más que una costurera de Bangladesh.
Totallity, que como persona corriente y moliente que trabaja ocho horas diarias, que no dispone de nannies y que como no puede ir al gimnasio se pone la ropa cerrada al vacío, me dispongo a explicaros porque el movimiento slow me lo paso yo por el filipino.
Vale, marichochis slows, después de ir a buscar a mi pequeño alfajor a la guardería, y reventar los chakras a los transeúntes que pasan por al lado del cochecito y escuchan a la señora de murcia berrear porque se está durmiendo y dislaik a lot of, que parece que el gusto por quedarse en coma en el catre no lo heredan, llegamos a casa con los tímpanos perforados y es cuando tras balancearla en peso muerto durante tres cuartos de hora, con los bíceps rozando el parquet, la dejo dormida en un movimiento ninja para que no note el roce con la sábana y se vuelva a despertar.
Y ahí empieza un festival que poco tiene de SLOW, basado en hacer lavadoras, recoger ropa, preparar la papilla de la noche, preparar la mochila de la guarde, escribir en la agenda de la guarde, preparar la cena, sacar lavadora y poner secadora y un bucle infernal de quehaceres domésticos que se ven interrumpidos cuando la niña te notifica a-grito-pelao que ha sobrevivido a la siesta y que está VERY HUNGRY A LOT OF.
Y allí empieza otra carrera de bañito, pijama, suero para los mocos, ventolín para la bronquitis, crema para la conjuntivitis y todo el botiquín que hay que ponerle al cigoto para combatir los virus de la guardería. Después la distraes haciendo cosas de borderline para que se ría y así endiñarle la cuchara de la papilla en el esófago, y ala, otra vez a mecerla hasta que se duerma. Por el medio llega tu príncipe azul, que te da un beso en la frente y se pone a recoger la bomba que ha explotado en medio del comedor. Cantas el «duermete-niña-duermete-ya» más veces que la canción del verano y cuando ya está en coma la dejas en otro movimiento ninja. El dulce de leche acaba de hacer la cena y con un-seis-y-un-cuatro ya estáis en la cama, cenados y a punto de dormir. Llora. Tú príncipe azul le pone el chupete. LLora. Tu príncipe azul le pone el chupete. Llora tu príncipe azul le pone el chupete. Y por fin se queda dormida.
Allí es cuando ya te has desvelado y sin hacer ruido vas hasta el sofá. Son las seis de la mañana. Te haces un café triple, lees las noticias del día que te llegan por correo electrónico y reparas en un titular que se llama «La filosofía Slow live».
Slow, ¡¿ WHAT?!
Besis.
Los príncipes azules tenemos una capacidad sobrehumana para recoger las bombas que explotan con epicentro en medio del comedor. De hecho, he visto pruebas atómicas en el atolón de Mururoa con menos capacidad destructiva que las bombas «del medio del comedor»!! Mrs Layunta, préparese para cuando el cigoto se multiplique por dos, que entonces llegan las bombas rácimo!
JAJAJAJAJAJAJA ¿que haríamos nosotras sin nuestros príncipes azules?
Jajajaja y cuando empiezan a andar y a esturrear cosas por todo ya es una fieshhhhhhta (como aquel niño del anuncio con aparatos). Yo hay mañanas q no sabría decirte si han entrado una banda de albano cosovares a robar jajajajaja. Yo también me paso la show life por el filipino 😂😂😂😂
Jajajajaja que vengan y me lo digan en la cara, que les doy con un pañal de esos con regalito…