Mi alfajor y yo

Apreciado diario:

Toda historia de amor viene siempre con los siguientes ingredientes:

A)Un sujeto masculino interpretado por Hugh Grant

 B)Un sujeto femenino interpretado por Jennifer Aniston

C)Un improperio en la primera cita que causó un fatal desenlace.

 

Así que la nuestra, no iba a ser menos…

Todo empezó la primavera de hace tres años, en las instalaciones deportivas de un pabellón de Sarriá San Gervasio…

Con unas amigas habíamos decidido poner la operación biquini cómo leimotif de nuestras vidas, y así apuntarnos a un deporte llamado balonvolea en el que algunas no teníamos mucha  experiencia, y otras ninguna, pero con un único FIN: poder ir a la Barceloneta los domingos a primera hora a ligarnos a los guiris.

Fue un día, cuando muertas del aburrimiento por no tocar la bola ni cuando se encontraba parada en el suelo, decidimos que nos hacía falta un entrenador.

-Pero uno que esté bueno. –Dijo alguna de ellas mientras le pasaba la esfera por dentro del canalillo.

Yo ya conocía al rioplatense de haber coincidido en asuntos laborales ulteriores, pero nunca me había fijado demasiado en sus torneados brazos y sus marcados pectorales por algunos asuntos sin importancia que ahora no vienen al caso…

En fin, a lo que íbamos…

Nada más llegar el rioplantense, se enamoró de mis encantos femeninos caracterizados por unas fláccidas carnes, una despegada papada y unas neuronas con déficit de atención que funcionan a trompicones.

Así que en un tono en que dejaba entrever una seducción y educación de un colegio semi-privado, se hinchó los pulmones para poder sesear sensualmente, y me susurró…

Sus artimañas para seducirme surgieron su efecto, así que decidí contestarle no sólo como una profesional y señorita de colegio público sito en el barrio de Horta-Guinardó, si no también cómo una chica muy concienciada del problema social y la inmigración…

Fue en ese momento, que al ver que soy una persona transigente y tolerante, se quedo prendado de mi «savoir faire». Y tirándome todas las bolas a propósito para intentar encauzar una conversación, me dejó inconsciente en la pista del barrio de San Gervasio.

Me pasé cuarenta y ocho horas espatarrada en el suelo del polideportivo en estado de coma, y no fue hasta que me llegaron los aromas de un grupo de las fermonas de adolescentes jugando al bàsquet,que no me desperté.

Al levantarme, y con una pérdida de memoria severa, le pregunté al ruyrodrigo, quién era él, quién era yo y lo más importante: Si había roncado en exceso.

Mi dulce de leche contestó con un rotundo SÍ a lo tercero, y respondiéndome después que él era mi pareja y que llevábamos tiempo en una relación secreta pero muy seria.

No fue hasta el cabo de unos años que recuperé la conciencia y con ello la verdad de la historia, pero ya me había encariñado con él y decidí que prefería recorrer esta locura de vida acompañado de un tupé seseante a mi lado.

 

RUYRODRIGO TAILOVIU.

Atentamente