HUMOR

La elección del colegio

Apreciados maifrens,

Hoy vengo a hablaros de un tema muy trascendental de toda vida de crianza y es EN QUÉ FUCKING COLE VAS A APUNTAR A TUS HIJOS. A mi me pilló ya con los nueve meses de embarazo y me apunté a todas las jornadas de puertas abiertas del barrio, y hasta del extrarradio, para endiñar mi culo carpeta en las sillas de las aulas con mi dulce de leche, en algo parecido a la cita más romántica que tuvimos en nueve meses.

cita

Y es que cuando todo era campo y la educación no era positiva ni respetuosa, si no que te la daba Will Smith al mediodía con un capítulo del Príncipe de Bel Air o Enrique y Ana con las canciones de las vocales, tus padres no habían oído hablar ni de lo que era el proyecto educativo. Salían de casa al tuntún y sin google maps y el primer cole que se encontraban ¡ZAS! Matrícula al canto. Ahí no había ni proceso de adaptación ni gatito en el tejado, el 15 de septiembre te dejaban con una mochila que a falta en esos tiempos de quechua era herencia de una prima que luchó en las trincheras de la guerra civil y tú, lejos de ir adaptándote una hora al día durante una semana, esas primeras ocho horas ya te fabricabas una navaja de plastelina y se la enseñabas al repetidor, que cuando una tiene hermanas mayores sabe de qué va el asunto.

bronx

Pero la cosa se ha complicado con los nuevos tiempos: que si escuela tradicional, que si libre, que si enseñamos matemáticas con los dedos, que si lo enseñamos bailando hip hop, que si hacemos fichas, que si hacemos caligrafía por telepatía… un montón de opciones  que te llevan a un aprender un nivel de magisterio que puedes añadir al Linkedin. Y toda esas opciones no te hacen la decisión más fácil, si no que empiezan a afectarte en plan transtorno de ansiedad con miedo a que mi hija, que tiene como hobby no hacernos caso, no llegue nunca a ser una hacker de las que se meten en los bancos (que si la delincuencia la llevas en las venas, hay que sacarle un buen provecho) y se me tuerza el asunto por haberle escogido mal el colegio acabando forrada de charol en Eurovisión.

eurovision

Y ya no sólo tienes que valorar el sistema educativo, las instalaciones, los valores, la ausencia de exámenes, los deberes, etc., sino que en estas charlas añades un elemento más a tener en cuenta que no te habías ni planteado hasta la fecha: LOS PADRES QUE ESTÁN CONTIGO EN ESA REUNIÓN.  Puede que compartas con ellos chat durante nueve años.

NUEVE AÑOS.

N-U-E-V-E-A-Ñ-O-S.

Y es que están los que como yo, aprovechaban esas reuniones para darse una cabezadita con los ojos abiertos, un pluggin que se baja con la maternidad, los que tomaban apuntes y fotos , los que dan el apunte gracioso y que buscaban colegas desesperadamente con la mirada y los que estaban ahí para hablar de su libro, en plan la vida es mi show de Truman y todos sois meros figurantes.

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Y eso me pasó a mi en una de esas reuniones, que cuando el director decía «Primero repasaremos el sistema pedagógico, luego hablaremos de la comida…» levantó la mano una marichochi para decir «A mi hijo no le gustan las lentejas, ¿eso es un problema?». Con lo que este, con paciencia y educación, le dejó caer un «Tranquila, luego lo hablamos» que lejos de callar a la susodicha, insistió «Es que quizá luego me tengo que ir…» que se ve que bajo esa camisa de flores y leggins con pelotillas, había un traje de súper agente secreto de esos que están muy ocupados salvando el mundo .

Y él, reprimiendo sus ganas de meterle las lentejas por los orificios, adelantó el tema comida respondiendo a todas sus preguntas, por si la susodicha era de las que llevan armas de fuego en el instituto. Cuando volvió a retomar el sistema pedagógico sin que la marichochi hubiera movido una lorza de las que tenía incrustadas en la pobre silla de primaria, decidió volver a hacer su aparición con un «La asignatura de religión dices que es optativa, pero ¿en qué sentido?» a lo que el profesor, lejos de contestar como esperábamos todos, con patada voladora, sentenció «Con el sentido de opcional…».

Y ya cuando preguntó cuanto tiempo tenían para poder decidirlo porque ellos se estaban pensando lo de la religión después de ver el pájaro espino, fue cuando mi ‘yo hormonado’ decidió dejar el «modo avión» cerebral para sacar el emeábarracus que llevo en el interior con un «Perdona, ¿podemos dejar las preguntas personales para el final?» con tono  te-reto-a-duelo-en-la-calle-son-of-a-bich y con mi príncipe azul escondiéndose detrás de las cortinas.

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Por ello cuando hicimos la selección del colegio basando nuestro ranking en dos aspectos claves importantes: que estuviera lo más cerca as posibol del domicilio y tener en cuenta la opinión de los amigos que llevan allí a sus hijos, y con un número en el sorteo más malo que el de la bestia, cuál fue mi sorpresa cuando yendo a matricular a la niña que gracias-a-jisuscraist había entrado por los pelos, sentí un escalofrío al escuchar en la cola:

«¿Alguien me puede dejar pasar? Es que quizá me tengo que ir…»

Y al girarme de refilón, pude ver como entraba por la puerta una mujer con una camisa de flores y unos leggins con pelotillas.

P.D.

Este año el chat de clase va a ser más entretenido que una serie de Netflix.

 

 

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4 comentarios en “La elección del colegio”

  1. Te leo desde hace poquito y tienes mucho arte, jajajajaja!
    Al final te vas a hacer amiga de la de los leggins, lo estoy viendo. XD
    Besos!

  2. Ja veuràs com tot anirà bé!!!! Si pensaves que ja sabies fins on arribava la teva paciència , encara et faltava entrar en un xat de pares d’infantil-primària!!!! Perquè els de la guarde, al costat, son molt light….🤪 Sort!

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